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miércoles, 29 de abril de 2009

Los pecados que se llevan en la carne

Violación, Embarazo e Incesto


Vivimos en un mundo que a veces parece muy injusto.
En Austria un hombre fue condenado a cadena perpetua por abusar de su hija y tener siete hijos con ella.
En nuestro país, el asesino, violador y torturador de más de ciento cuarenta niños paga sólo once años de cárcel. ¡No es justo!

Algunas las víctimas son violadas por su propio padre.


El incesto, para la justicia colombiana puede ser monstruoso o no, ya que las historias de terror vividas a diario no sorprenden ni causa conmoción. Casos parecidos a los de Austria se ha presentado varias veces, y como no, si hasta en las épocas más antiguas se presentaban casos de incesto. Según las sagradas escrituras en Samuel capítulo 13, versículo 10 – 14, el hermano del Rey David cometió la infamia en Israel obligando a su hermana a estar con él.

Si eso pasó en la época de Cristo, imagínese como será ahora.
En nuestro país muchas mujeres han sido violadas y hasta maltratadas por algún familiar; hay personas que lo hacen por satisfacción propia, sin importar el parentesco que lo una a esa otra.

Esta última versión puede ser sólo un rumor, fácilmente se cree, pero la realidad es que el caso se ha dado.
En el mayor de los casos los padres no les creen a sus hijos que están sufriendo una violación.

Sara, una víctima de este abuso quedó embarazada a los trece años de su verdadero padre, quién abusaba de ella. El muy descarado la hizo abortar, contrario al caso de Paloma, una mujer que permaneció durante mucho tiempo viviendo con su padre, llegando a tener 14 hijos.

La gravedad del asunto es que al día Colombia recibe once denuncias por abuso sexual en menores, y todas son por incesto. La fiscalía y medicina legal dice que el 66% ocurre en la propia casa.

A veces la casa es el mismo infierno.

Entonces, que está haciendo la justicia para capturar a estos delincuentes; claro, los capturan pero salen más rápido de las cárceles que el tiempo que se gasta en capturarlo.

Definitivamente, el rigor con que trabaja el sistema penal no es sumamente apropiado para darle fin a este flagelo, que aunque es prohibido estoy segura que la perversión es tan grande, que si hay consentimiento pasa por desapercibido, e implícito para el resto de la sociedad.

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